Como estudiantes de preparatoria es importante desarrollar el hábito de la lectura, pues nos permite adquirir distintas herramientas intelectuales y cerebrales para una mayor compresión de los temas, conceptos o problemáticas que estamos aprendiendo a resolver durante nuestras carreras. Entre más pronto vayamos adquiriendo el hábito de la lectura constante, se volverá en algo mucho más natural para nosotros. Pero esta técnica de lectura siempre resultará funcional si se hace por cuenta e iniciativa propia.
Lamentablemente, en el sistema básico de educación en nuestro país, la lectura más que una experiencia disfrutable se ha convertido en una especie de obligación. Muchos de nosotros fuimos obligados a leer libros durante nuestras clases de español y los profesores debido a esta errónea estrategia la volvieron una actividad detestable.
La selección de libros no ayudaba mucho, pues siempre se atañen a clásicos, que si bien es importante leer, no cuentan con el nivel de identificación con nuestro presente ya sea por que emplean un lenguaje demasiado antiguo o los temas no son precisamente del interés de los lectores jóvenes.
En 2011, el Fondo de Cultura Económica (una de las editoriales institucionales más importantes en México) junto con la Secretaría de Educación Pública, lanzó una colección orientada directamente a los jóvenes que están cursando la preparatoria. Todas las obras son novelas, cuentos o piezas narrativas con las cuales los jóvenes pueden llegar a identificarse, pues en el fondo de las mismas se tocan temas relacionados con las transformaciones tan importantes que vivimos a esa edad: el paso de la niñez a la adultez, los recuerdos de la infancia, los misterios del erotismo, el encontrar un sentido a nuestra vida, pertenecer a un grupo en específico, la sobrevivencia…
Con esta colección, los dos organismos pretendían aumentar el número de lectores entre los jóvenes, pero además, acercarlos a autores contemporáneos de la narrativa mexicana, algunos de ellos pocos leídos pero no por eso menos valiosos que sus contrapartes más famosas. En esta selección también tomaron en cuenta a novelistas y narradores relativamente jóvenes que aún no alcanzan un nivel alto de consagración pero que sí son importantes dentro del panorama actual de la literatura mexicana.
Los libros seleccionados para conformar esta colección fueron repartidos en las bibliotecas de las preparatorias públicas y privadas, además de añadirlas a las del Conacyt, pues justamente su principal nicho estaba enfocado a los estudiantes de preparatoria, sobre todo a aquellos que estaban a punto de terminar esta parte de su educación y comenzaban a prepararse para la licenciatura. El nombre elegido para la colección fue 18 para los 18, pues estaba conformada por 18 títulos y dirigida principalmente a jóvenes de 18 y 17 años.
Para animarte a conocer esta colección que no sólo se encuentra disponible en las tiendas del Fondo de Cultura Económica, sino también en alguna librería estudiantil cercana a ti, hemos seleccionado tres títulos, que pueden ser de tu interés y puedes disfrutar durante tus vacaciones. Lo mejor de cada uno de los volúmenes es que todos ellos cuentan con al menos dos títulos, por lo que en realidad estarías leyendo dos títulos por cada edición.
- Elsinore, un cuaderno, de Salvador Elizondo. Este autor estuvo presente en diversos homenajes del ámbito cultural mexicano pues se cumplieron cincuenta años de su emblemática novela Farabeuf o la crónica de un instante, una pieza narrativa que transformó por completo la manera de concebir la creación literaria, tomando como inspiración la fotografía antigua de un suplicio chino, un manual de operación en 1889 y el método de adivinación chino conocido como IChing. Pero el comité editorial eligió de la vasta obra de Elizondo, una novela breve, mucho más simple en su forma e intenciones pero no por ello menos profunda en los temas que trata. El libro retrata algunos de los recuerdos de Elizondo en un internado militar en Elsinore, una población en California. Ahí, rodeado de jovencitos y hombres tuvo su primer acercamiento fortuitito a la literatura, a la atracción al sexo opuesto, pero también a la necesidad de romper las reglas establecidas en busca de su propia identidad. Para Elizondo era uno de sus libros preferidos, pues en él no sólo se reflejaba la aventura y excitación de esa etapa particular en su vida, sino, también la ternura de ir descubriendo el mundo por su cuenta.
- La Gaviota, de Juan García Ponce. García Ponce y Elizondo fueron compañeros de generación, además de ser colegas en varias labores culturales. Por lo tanto podemos encontrar ciertos intereses de estilo compartidos, así como algunos de los temas usados en su novela. En el caso de La Gaviota se trata de una pequeña novela de transición entre la infancia y la madurez a través de un conflicto amoroso. Luis y su familia salen de vacaciones a una casa en la playa en la compañía de los amigos alemanes de sus padres quienes van acompañados de una adolescente de la misma edad que él: Katina. El chico comienza, sin razón, a obsesionarse con la chica, para esta vez descubrir cómo esa atracción también se vuelve corporal. Una gaviota, justamente, funcionará como un elemento que marca la transición entre la atracción infantil a una intención mucho más erótica. Pero en las novelas de Juan García Ponce, el encuentro amoroso no sólo es algo físico o emocional, sino un umbral en donde los personajes llegan a conocerse a sí mismos.
- La tumba, de José Agustín. Esta pequeña novela del escritor guerrerense ha sido popular entre los jóvenes pertenecientes a varias generaciones, al menos desde su publicación en 1964. Justamente el tema central de la novela es una especie de conflicto existencial que atraviesa un estudiante de preparatoria que en el transcurso de la novela cumple 17 años. En él se retrata el conflicto entre la clase acomodada a la que sus padres pertenecen y la necesidad de salir de ese mundo en el que no se siente satisfecho con nada. La búsqueda de experiencias nuevas que lo hagan sentir vivo están atravesadas por la música popular y clásica así como la lectura y creación de sus propios textos literarios. Por toda la historia desborda esta angustia adolescente e inexplicable por la cual atravesamos todos en algún momento de nuestras vidas.